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Pearl es un disco que lo tiene todo, unas grandísimas canciones, unos músicos fantásticos y una Janis camaleónica que toca diversos estilos y formas de cantar y con una expresividad y madurez extraordinarias a pesar de contar solo con 27 años. Es tal vez el disco más redondo de la cantante norteamericana. El club de los mentirosos es una memoria excepcional, trepidante, entretenida y en algunos momentos casi increíble. Mary Karr proviene de una familia disfuncional, de excéntricos y desequilibrados, maravillosas criaturas que muestran su lado genial y detestable. Dos autoras nacidas en Texas con 13 años de diferencia, que se criaron escuchando country y blues y dos obras que tienen muchas cosas en común pero sobre todas ellas: la pasión en lo que se narra y una enorme alegría de vivir.
Pearl es un disco póstumo, salió dos meses después de la muerte de la cantante por sobredosis. Janis Joplin vivió al máximo el tan cacareado trío de sexo drogas y rock and roll y falleció pronto, demasiado temprano para que pudiéramos ver su evolución. El álbum se convirtió en su trabajo más vendido y llegó a subir a lo más alto en el Billboard. En Pearl Janis suaviza también su forma de cantar, que aunque sigue potente y afilada y con un manejo rítmico y de intensidades alucinante, transmite también locura e histrionismo, pero, y esta es la novedad, también afronta momentos de calma de una enorme belleza tan limpia, que mezcla con humor y toneladas de pasión. La banda, Full Tilt Boogie, que había acompañado a Janis Joplin en la gira en tren Festival Express (un documental muy recomendable), es tal vez la mejor que tuvo. Producido por Paul Rostchild, que también colaboró con The Doors, Love o Tim Buckley, el disco planea entre el blues más pantanoso, el soul con más fuerza o el country western honky tonk. La cubierta es fantástica, en la fotografía de portada aparece la cantante sentada en un sofá con unas plumas rosas en el pelo y un cigarrillo en la mano y con una sincera sonrisa mientras que en la contraportada aparecen tres miembros de la banda sentados en el mismo sofá y dos de pie sonrientes.
Se abre con un “Move over”, una composición de la propia Janis, un soul con un ritmo y un riff contagioso muy funky. “Cry baby” es un ejemplo de lo que puede hacer la voz de Janis pasando de un enorme lirismo a fuerza avasalladora. “Half moon” muestra una banda bien engrasada trabajando un ritmo también bailable sobre el que planea la voz de Janis subiendo y bajando la intensidad lo requiere, un trabajo estupendo de Brad Campbell al bajo y Ken Pearson al órgano. La cara B se abre con “My baby” con coros gospel que potencian las respuestas a las declamaciones de la gran cantante. Sigue “Me and Bobby McGee”, tal vez la canción más famosa del disco y único número uno de la texana fuera esa maravillosa historia de dos vagabundos escrita por Kris Kristofferson. Abre Joplin cantando claro y bajo, incluso con la voz nasal a lo country, con la subida de tono en la segunda parte, va subiendo en intensidad. En la coda repite “Lalalaa, Bobby McGee” y modela su voz pidiendo intensidad cuando lo requiere y la banda la sigue a la perfección, especialmente cuando aceleran el ritmo y en esos fantásticos finales a en el que se turnan el pianista, el guitarrista y el organista. Sigue “Mercedes Benz” una irónica letra de la propia Janis que se ríe de las riquezas, un Mercedes (ella tenía un Porsche coloreado) o una televisión en color y acaba con una carcajada. “Trust Me”, una joya soul de Bobby Womack que acompaña a la guitarra acústica. “Get it while you can” cierra un blues fantástico y la voz de Janis canta al carpe diem, aprovecha el momento y hazlo mientras puedas.
“El club de los mentirosos” fue un fenómeno editorial con su publicación en la mitad de los años 90 en Estados Unidos y lo ha sido en España con su publicación en castellano en 2017. El relato de Mary Karr y su familia es fascinante, realista y crudo, nos describe lo que significa vivir en una familia con unos miembros absolutamente peculiares. Muchos problemas con el alcohol, especialmente del padre que se llevaba Mary en su infancia al bar en el que era uno de los centros de atención con sus historias rocambolescas. Su madre, que se casará en numerosas ocasiones y que sufre de trastornos de conducta, llegará a amenazar de muerte a la escritora; su hermana, que a fuerza de vivir situaciones realmente complicadas, llegará a ser un ejemplo de valentía. Una familia que nos parece tan excéntrica que nos cuesta concebir algo así. Pero ahí radica en parte la calidad literaria del libro, nos cuenta con una crudeza y cercanía su vida, que acabamos por entenderlos e incluso encariñarnos de ellos. Las memorias se mueven entre situaciones realmente divertidas, pero también muy duras, como el relato de una violación que sufrió n la infancia, pero no cae en ningún momento en el sentimentalismo y por eso el relato se erige como una obra que transmite amor por la vida. Mary nos cuenta su infancia del sur de Texas a Colorado, el divorcio de los padres y la vuelta a Texas, también desarrolla un relato casi veinte años después de su infancia y ya instalada en Boston, en el que vuelve a Texas tras un infarto del padre, un regreso que le servirá para reconciliarse con su madre y comprender mejor a su familia. Se trata de una lectura casi adictiva, tremendamente divertida y absorbente.
Tanto Janis Joplin como Mary Karr vivieron su niñez en Texas. Janis, de padre ingeniero en Texaco y familia religiosa, no vivió una infancia muy feliz, sufriendo acoso infantil, hecho que la llevó a refugiarse en la música. Mary vivió en los años sesenta también en el Texas petrolero, con una familia con problemas con el alcohol y desequilibrios psiquiátricos. La música es también una de las aficiones de ambas mujeres, si la afición de Janis se orientó hacia las grandes cantantes afroamericanas como Ma Raney o Bessie Smith, tampoco desdeñó el folk y el country. Mary ha desarrollado también un trabajo musical junto al gran Rodney Crowell en Kin (2012), un disco en el que colaboran Norah Jones, Roseanne Cash, Lucinda Williams o Kris Kristofferson, aquí otro punto de unión con Janis. Pero además de las coincidencias entre las vidas de ambas mujeres, encuentro también aspectos en común entre las obras: ambas utilizan lenguajes directos, la voz de Janis es un grito a la vez amargo y liberador, hiriente y que da consuelo, el relato de Mary es crudo y directo, pero también tierno y conciliador. No son vidas sencillas, ¿acaso existen?, son complejas, poliédricas y obras nada dulces y complacientes, se trata de dos obras que respiran vida.
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