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- Voces desde el extremo (El Niño de Elche) NDE-Telegrama, 2015
- La vida exagerada de Martín Romaña (Bryce Echenique) Anagrama, 1981.
“Era tan comunista, Era tan comunista que en la Francia del general de Gaulle, su figura luciΜa en coche descapotable”. Esta canción tan irónica en voz de El Niño de Elche podría servir de banda sonora de la vida de Martín Romaña que cuenta las peripecias de un chileno en el París de 1968 y cómo vive la progresiva desilusión política.
Francisco Contreras Molina, conocido como El Niño de Elche (1985) es uno de los artistas más sorprendentes de los últimos años. Sorprendente porque partiendo de una raíz y formación flamenca ha desarrollado una trayectoria todoterreno y absolutamente vanguardista en el ámbito de la música en la que ha tocado palos tan diversos como la música electrónica, el jazz, el rock o la música latina, pero también en la poesía y ensayo (ha publicado un par de libros) o como conductor de su propio programa de radio (Extrañas Heterodoxias, en Radio3). “Voces del extremo” fue uno de los discos mejor valorados por la crítica el año de su publicación y el que le convirtió en un artista inigualable al que había que seguir la pista. Con la producción de Daniel Alonso de los incomparables Pony Bravo también colabora el guitarrista Raúl Cantizano que se deja oír en una canción “Informe para Costa Rica”. En el álbum encontramos textos de poetas contemporáneos con conciencia social, como hiciera poco después con grupo de post rock Toundra bajo el nombre de Exquirla y los textos de Enrique Falcón en ”Para quienes aún viven” . El que nos ocupa no es un disco flamenco al uso, se trata de una serie de canciones en las que se recurre más a instrumentos de rock y sintetizadores que nos acercan a un sonido único que recuerda a algunos trabajos de los setenta y primeros ochenta, pero con una voz y un sentido flamenco, con lo que esto quiera decir. Encontramos abiertas críticas al capitalismo como en “Estrategias de distracción” o “Mercados”, en contra de partidos políticos “Que os follen” o la citada canción del inicio de este artículo, un dardo dirigido a Santiago Carrillo.
El peruano Alfredo Bryce Echenique (1939) es uno de los grandes escritores contemporáneos. Su prosa es ágil y amena y tiene un universo propio con personajes extravagantes y simpáticos, tiernos y muy humanos, pero por encima de todo una ironía y un humor que contagia. Si deslumbró al mundo en 1970 con un libro maravilloso como es “Un mundo para Julius”, un retrato crítico de la clase alta de Lima, dentro que lo que se vino a denominar “Post Boom” de la narrativa latinoamericana, ha escrito varias novelas entre las que destacan “No me esperen en abril” o “El huerto de mi amada”. Su tercer trabajo, narrado en primera persona por el protagonista Martín Romañana, describe la vida de un limeño en París durante una década. Reflejada en un “cuaderno azul” describe su experiencia del Mayo del 68 y la vida con Inés, su mujer. Si Inés es una convencida revolucionaria, Martín es un escéptico, además de tímido e inseguro. En sus páginas acompañamos al protagonista en aventuras que van de lo trágico a lo cómico, como su participación en un grupo comunista en la primavera revolucionaria o un caso de hemorroides que convierte la lectura en una constante carcajada. Martín no se parece en nada a un héroe, más bien es un tipo normal, con sus dudas, sus miedos, sus aficiones y sus fobias, un personaje posmoderno que se debate entre el romanticismo y el pragmatismo, entre el llanto y la risa, tremendamente cercano.
Porque la vida es también humor e ironía, porque el arte es capaz de mostrar todo lo contradictorio, lo esperpéntico, lo sarcástico y lo dantesco, daremos gracias infinitas a los creadores que han buscado esa forma de expresión para entregarnos obras de gran entretenimiento.
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