HACHE MILTON

Un disco y un libro

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    • Lady sings the blues (Billie Holyday), 1956 Clef Records, Verve
    • Trilogía de Copenhague (Tove Ditlevsen), Seix Barral, 2021

     

    Un lenguaje único y especial, que no se parece a nada, eso es la voz y el fraseo de Billie Holiday y la prosa de Tove. En una maravillosa “God bless the child”, esa canción de la propia Holiday que grabó por tercera vez en este disco y que podría ser una de las discusiones que describe Tove con su madre, que también fue el germen de la canción que compuso la cantante norteamericana. 

     

    Billie Holiday (1915-1959) es una de las más grandes cantantes de jazz. Lady Sings the Blues extrajo de sesiones grabadas durante 1954 y 1956. Se publicó al mismo tiempo que su autobiografía. Había grabado la mayoría de las canciones de esta colección anteriormente, pero en estas interpretaciones en las que canta de forma relajada con músicos que complementan a la perfección con su voz: desde Paul Quinichette al saxo tenor que demuestra por qué le llamaron Vicepresidente, por su deuda con el enorme y mejor complemento de Lady Lay  Lester Young,  Cahrlie Shavers o Harry Edison a la trompeta, los grandes guitarristas Kenny Burrel y Barney Kessel o el piano de Wynton Kelly. Tal vez su voz no fuera tan fresca y potente como veinte años antes con Teddy Wilson y el Prez, pero estas versiones, grabadas en sus últimos años de vida son exquisitas, su dominio, dicción y emoción en el tono y el fraseo son abrumadoras y reflejan todo lo que ha vivido y contado en su impactante autobiografía, desde una infancia desdichada, maltrato, vida de alcohol y drogas. Destacan su visión doliente y solemne de la canción que da título al disco y lo abre, mientras que hay otras más aceleradas como “Love Me Or Leave Me” o “Too Marvelous For Words”a perezosas en las que la gran cantante arrastra hacia atrás a la banda como en “Willow Weep for me” o “Good Morning Heartache”y otras dramáticas y fabulosas, desde la bluesera “I Must Have That Man” a esa canción que asociamos a ella, ese canto hermoso y brutal contra el racismo: “Strange Fruit”

     

    La escritora danesa Tove Ditlevsen (1917-1976) es una escritora original y valiente. Su “Trilogía de Copenhague”, una auténtica obra maestra reúne en un volumen tres novelas autobiográficas: Infancia, Juventud y Dependencia. En su narrativa encontramos una honestidad, y una valentía enormes, una frescura y un dominio del ritmo, un lenguaje directo y cercano. Una escritura confesional que ahonda en una familia peculiar, afronta el sexo, la maternidad o las drogas con una natualidad pasmosa. Como mujer tuvo que luchar y hacer equilibrismo como madre, compañera de maridos inseguros o dependientes y hacerse un nombre como escritora en un mundo de hombres. Por eso su voz feminista nos suena hoy muy moderna. Sus relatos nos llegan de forma directa, ya por un estilo directo y sin florituras y por abordar temas comunes. En “Infancia” nos describe unos primeros años de vida marcados por la pobreza y la falta de amor materno, una infancia difícil de la que no puede escapar. “Juventud” nos cuenta sus primeros trabajos, mal pagados pero gracias a los que conocería a personas importantes en su vida, sus primeros amores y su vinculación con el mundo de los libros, su gran pasión. A pesar de conseguir su propia voz y de ir ganando independencia, tampoco la considera una época feliz. En “Dependencia”, el relato final, describe su madurez, sus matrimonios con hombres que se sienten con una enorme dependencia emocional y un desencanto general de la vida que también la conduce a agarrarse a las drogas que le crean también una dependencia. 

     

    Tanto Billie y Tove, coetáneas en países lejanos, tuvieron vidas paralelas, con aspectos comunes: recurrieron al alcohol y las drogas para sobrevivir en una vida que no fue amable con ellas, con familias duras y pobreza y amores frustrados. Murieron jóvenes, Billie de una cirrosis hepática con 44 años y Tove de una sobredosis de somníferos antes de cumplir sesenta. Ambas nos dejan una obra maravillosa, además de dos obras de una enorme fuerza autobiográfica y con una voz propia, original e irrepetible. 

     

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