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“You may bury my body, ooh
Down by the highway side
So my old evil spirit
Can get a Greyhound bus and ride”
Esta frase de “Me and the devil blues”, una de las 29 canciones que grabó Robert Leroy Johnson (1911-1938), tiene el mismo tono satírico y con un punto irónico y humorístico que alguna de las 32 “cartas del diablo a su sobrino” de Cs Lewis.
Robert Johnson, cantante, compositor y guitarrista estadounidense de blues, conocido como el Rey del Blues del Delta es, en parte gracias a su leyenda al haber fallecido a los 27 años y dejado un puñado de blues de una pasmosa calidad, uno de los personajes más fascinantes y enigmáticos de la música popular. Reivindicado por Cream o The Rolling Stones, que grabaron sus canciones y expandieron su legado, es un guitarrista con una técnica y voz absolutamente original en el blues. Sus grabaciones, realizadas entre 1936 a 1937, son hoy auténticos clásicos a los que se vuelve constantemente.
Más allá de la leyenda que vincula su técnica a la venta de su alma al diablo en un cruce de carretera para poder convertirse en el mejor bluesman, sus canciones son de una variedad y profundidad que nos siguen dejando pasmados. Desde blues más lentos como “Malted milk”, “Love in vain”, a basados en líneas de guitarra o con slide como en “Cross roads blues”, “Little queen of spades” o trepidantes canciones de contenido picante como “They’re red hot”, el catálogo de canciones es variado y de una enorme calidad con temáticas terrenales, de sexo, amor, violencia. El blues como música prohibida y alejada de los preceptos divinos, que se acerca a las tentaciones, al diablo…
Lewis plantea un libro cómico y satírico con el diablo como protagonista. Conocido autor de las “Crónicas de Narnia”, Lewis fue junto a J. R. R. Tolkien unos de los "Inklings", un grupo intelectual en torno a Oxford que tuvo al cristianismo como uno de sus ejes principales. El libro está compuesto por treinta y una cartas escritas por el anciano diablo Escrutopo, un demonio malvado y voraz, a su sobrino Orugario, un demonio principiante. Lewis describe el infierno como un sistema burocrático, que se organiza para hacer el mal. Así, Escrutopo aconseja practicar la avaricia, la gula o la venganza para llegar más rápidamente al infierno. Son unas cartas que aunque tienen un fin moralizante, están magistralmente escritas y que destilan un humor agudo y certero.
Encontramos un tema común, tanto en algunas canciones de Robert como en el conjunto de cartas de Lewis. Parten de realidades completamente diferentes, sino opuestas, pero ambas introducen la figura del diablo o del mal en sus historias para posicionarse, añadiendo humor e ironía con objetivos bien distintos, Robert se revuelve pero también es parte interesada en verse vinculado con el mal, el blues como la música pecaminosa y transgresora que se aleja del discurso divino, mientras que Lewis utiliza esta figura demoníaca como herramienta para plantear los males de la humanidad en su tiempo, que es un tiempo similar al de Johnson, las grabaciones son de 1936 y 1937 y las cartas se publican a principios de los años cuarenta aunque se habían publicado antes en periódicos. Hagámonos un regalo para los oídos y la mente y acerquémonos a estas obras con una actitud desprejuiciada y disfrutemos porque siempre es un placer leer y escuchar sobre los misteriosos asuntos del diablo, de nuestro lado oscuro y tenebroso.
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